Discurso Inauguración año académico

Damos gracias al Señor por congregarnos esta mañana porque nos ha acompañado desde siempre y en especial desde la fundación de nuestra facultad. Damos la bienvenida a nuestro pastor Monseñor Ricardo Ezzati, al Señor rector Ignacio Sánchez a las autoridades de la universidad y de nuestra facultad y a todos los administrativos y trabajadores, profesoras y profesores y nuestras queridas compañeras y compañeros,
Esta mañana, como Facultad de Teología, celebramos la inauguración de nuestro año académico en un contexto muy especial del cual debemos hacernos cargo, pues creemos  en un Dios cercano al hombre, tan cercano que se ha encarnado y en fidelidad a Él no podemos ignorar el momento histórico que vivimos por lo que se hace necesario detenernos para intentar escucharle, y por ello nuestra reflexión teológica debe ser siempre encarnada, siempre situada.  ¿Cómo no dejarnos interpelar por un Chile que pide a gritos la justicia a través de las demandas sociales de regiones siempre aisladas? 
¿Cómo no abrir los ojos frente a un Chile que nos interpela a través de miles de estudiantes, de mapuches y de trabajadores que inundan nuestras alamedas llamando a la justicia siempre postergada? 
¿Cómo no salir de nuestra comodidad, si nuestro país aún sufre  la herida de la desigualdad social, el clasismo y la exclusión?
 ¿Cómo no sufrir frente a la situación de nuestro hermano Daniel, que por ser homosexual fue golpeado hasta la muerte, en un acto de discriminación e intolerancia?
Asimismo, nos sentimos interpelados particularmente como Iglesia por los casos de abusos que ponen en jaque nuestra credibilidad y nuestra capacidad para vivir el Reino que predicamos.  
La Iglesia fiel a la voluntad de cercanía de Dios, expresada en su hijo Jesucristo ha estado siempre al lado de los marginados  y nuestra Iglesia Latinoamericana ha hecho opciones radicales por la justicia para con las víctimas y los excluidos, por ello nuestra comunidad no puede –¡nunca podrá!- quedarse aséptica y maniatada cuando la injusticia golpea a su puerta y los abusos de poder se develan al interior de sus muros.  Nos duele que nuestra Iglesia hoy sea vista como un actor social que intenta normar la vida de las personas y no como un lugar de justicia y paz donde se defiende la vida, y donde se facilita el encuentro liberador con el Dios de Jesucristo.
Finalmente, no podemos dejar de considerar el contexto que se respira en nuestra Universidad, siempre tensionada entre los principios Cristianos y Católicos que deberían marcar su Ser y por tanto su Misión y las concreciones, a veces muy pobres, que no responden a la exigencia que el Evangelio demanda.  
Una Universidad que está cuestionada por prácticas antisindicales.
 Una Universidad donde sus políticas no alcanzan transversalmente a la inclusión de todos los actores que conforman nuestra comunidad.
Una Universidad que sube los aranceles dificultando aún más el acceso a la educación superior a una porción considerable de jóvenes y perpetuando la exclusión.
 [DESARROLLO:]
Frente a Dios nos interrogamos en este tiempo de cuaresma, …Qué eco suscita en nosotros esta realidad nacional, eclesial y universitaria?  
¿Qué tiene que ver con Dios y con su Palabra todo el acontecer actual?  
Como CET creemos que mucho y la invitación este año es a DESPERTAR y CAMINAR.
DESPERTAR en el quehacer teológico, DESPERTAR nuestro rol como futuros teólogos y teóloga y agentes pastorales, que se dejan permear por la realidad, para poder interrogarnos desde ahí, en la presencia de un Dios vivo, de un Dios con nosotros que ya está trabajando en medio del mundo.
Despertemos para hacer que la teología ayude a que el Evangelio sea algo accesible y desafiante para los que no estudian lo mismo que nosotros.  Que la pregunta teológica, salga de este edificio hacia nuestros compañeros y compañeras de otras carreras y hacia nuestra sociedad y el mundo.
DESPERTEMOS para ser una verdadera comunidad, que viviendo la pluralidad, a la que nuestro Decano siempre nos invita, pensemos no como personas independientes, sino como comunidad arraigada en el Evangelio.  
La buena noticia de Jesús, requiere habilitarnos para el diálogo con otros, y así juntos alcanzar respuestas creativas para nuestra sociedad.  Asimismo, el mundo plural demanda de nosotros “dar respuesta a quien nos pida razón de nuestra esperanza”, viviendo nuestra fe, con firmes convicciones que sean capaces de acoger y sostener a un mundo en que a veces pareciera que ya no hay esperanza.
Es por esto que los invitamos a CAMINAR hacia la comunión para que nuestra Facultad sea también signo e instrumento de unidad de las diferentes miradas y comprensiones que hay al interior de nuestra Iglesia.  Aprovechando nuestra diversidad de carismas, de edades, misiones, nacionalidades, construyamos entre todas y todos la única Iglesia de Jesucristo, diversa y unida.
Caminemos hacia una iglesia que sepa escuchar la voz de la mujer, dar espacio al aporte femenino  y estar al servicio de su autonomía. El lugar teológico de las mujeres merece un diálogo, incluso un debate, que haga posible descubrir los caminos de la reciprocidad entre mujeres y varones, de acuerdo a la verdad fundamental de su igual dignidad dada por Dios.
CAMINAR, es hoy para nosotros, estudiantes de Teología de una facultad latinoamericana, un caminar con los pies en la tierra, un caminar en Latinoamérica, un caminar en pleno siglo XXI.  Se trata, entonces, de caminar juntos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de nuestras tierras. Respetando nuestros caminos, dialogando con nuestras culturas, asimilando y promoviendo sus riquezas; buscando siempre la inculturación del Evangelio de Aquel que es Buena Noticia encarnada, acampada en medio de nosotros.
[CONCLUSIÓN:]
Despertemos.
No seamos indiferentes ante los sufrimientos, ni espectadores ante las injusticias. No seamos sordos ni ciegos ante el clamor de nuestra humanidad.  Que este sea un año en que ensayemos el diálogo, en que aprendamos a escucharnos y escuchar.
 Que no dejemos fuera del aula lo que está sucediendo en nuestro país, en nuestra iglesia y en nuestra universidad, que no nos silenciemos si hay una injusticia por denunciar, si hay hermanos y hermanas abusados y marginados, si hay compañeros y compañeras que no pueden pagar la universidad, si hay personas que aun no tienen voz, si la desigualdad económica aumenta a pasos agigantados. Tenemos que incluir en nuestra reflexión toda nuestra realidad porque solo empapados de todo lo que constituye nuestra humanidad podremos seguir develando y anunciando el  rostro del Dios verdadero. 
Nuestra Facultad cuenta hoy con la riqueza, la variedad y el aporte de:
 seminaristas, de laicas y laicos, de religiosas y religiosos, y toda la familia creyente.  Que a imagen del Concilio se abran las puertas y ventanas de esta facultad, para que entre la realidad y seamos una parte activa de nuestra Universidad, de nuestra Iglesia, y de nuestro continente con nuestra opinión, con nuestra reflexión teológica y nuestra acción.
Que se abran las puertas y ventanas de nuestra facultad para que no quede NADA DE LO HUMANO FUERA, pues todo lo humano le importa a Dios.
Muchas gracias.